La Coloma, diciembre 1º de 1959
Srta. Lucía González
Florida
Lucía:
Te saludo en el nombre del Señor deseando que estés bien y firme en los caminos de la fe; yo estoy pasando unos días con gripe, pero me siento bien, gracias a Dios.
Mi amor, me ruegas que ore por ti y así lo hago siempre, pero más ahora que pienso estarás pasando por una prueba no pequeña. Recuerda que de ellas está lleno el camino hacia el cielo y ellas nos acercan más a Dios si sabemos mantenernos firmes y resignados ante las mismas. Ten presente la Escritura que dice: “Aunque todos me abandonen, Jehová con todo me recogerá“. Sigue amando, que Dios te ama y Ventura también.
Oye, lo que quería decir con que pronto no nos escribiremos más es que cuando estemos unidos serán innecesarias las cartas. Si pudiéramos hablar en La Playa sería mejor, pero si no puede ser me conformaría con verte. ¿Y tú?
Muchos me han preguntado cuando nos casaremos y sólo puedo decirles que pronto, pero sin fijar la fecha. Ora para que Dios nos ayude y todo resulte en el tiempo más oportuno y en la forma más provechosa.
A veces me pongo a contemplar el estado espiritual de la iglesia en los últimos tiempos y me parece que algún gran acontecimiento está a las puertas. Algo que no sé qué será, pero presiento que nos envolverá a todos. Cuando escucho las experiencias de mis hermanos, que presienten lo mismo, pienso que estamos viviendo en el Apocalipsis, en tiempos de gran peligro, en los cuales sólo debemos ocuparnos en la oración y comunión con Dios, apartados de todos los problemas de la carne. En esos momentos el matrimonio me parece una aventura propia para los tiempos pasados, pero cuando pienso en ti, y más cuando recibo carta tuya, me lleno de otra esperanza y veo que nuestra unión será, en vez de una ocasión a la carne, una ayuda mutua para trabajar más por el Señor y perfeccionar nuestras vidas en Él.
Ya casi se me olvidaba, pero en noches pasadas soñé contigo, y no bueno. Era un sueño algo enredado y no lo recuerdo bien, pero sé que había entre nosotros un gran enredo, malas interpretaciones, etc.; era como que tú venías para casarnos y yo no había preparado nada, porque no te esperaba, y en ese lío no pudimos hablar ni vernos. Luego tú, llena de ira, me mandaste un recado culpándome de todo y te ibas. Yo se lo conté a Estrada y él dice que es posible que sea que algunos estén enredados en el orden espiritual y que no se refiera a nosotros, pero de todos modos vamos a tener cuidado para que no haya alguna mala interpretación entre nosotros, sino que tú comprendas todo lo que yo te digo y yo lo que tú me dices; de esa forma todo es mejor.
En días pasados estaba en Remates, Mendoza, etc. y hasta ayer no recibí tu carta. Cuando llegué a Pinar me dieron una noticia que lamento y no te digo qué es, porque creo que ya tú lo sabes, y si no es así no seré yo portador de malas nuevas. Sólo te digo que seas fiel a las reglas establecidas y que pensando en ti mi amor se ha hecho más grande y más puro. Saludos de los hermanos. Laudoína quería escribirte, pero no está aquí ahora. Saludos especiales a Cira y a Leonides.
Después de la reunión de ungidos vamos por la vía norte trabajando hasta Viñales. Creo que puedes escribirme a Mariel o Cabañas. Laudoína le manda esa nota a Humberto y yo mando una para Orestes y otra para Isabel González.
Estoy meditando cuál sea la mejor forma de felicitarte por tu cumpleaños y por las navidades; es posible que recibas mi felicitación personalmente en enero.
Recuerdos a todos en ésa. Sabes te quiere tu novio,
Ventura Luis
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